7 sept 2009
Felizmente fracasado.
La vida, que según dicen es tan puta como sabía, tiene preparada una dura prueba para cada persona, una prueba que solo los mejores son capaces de superar, el fracaso. No lograr metas, no cumplir sueños, no conseguir nada más que el fracaso tras el intento. Es duro, pero, como todo en esta vida, se ve insignificante una vez superado. A través de estos pensamientos llegué hasta la cima del fracaso, superándolo, y ahora desde la cima miro hacia abajo y no puedo hacer otra cosa que reírme del fracaso, sentirme orgulloso de mi mismo y mirar hacia arriba y luchar por sueños más importantes. Así es como se convierte alguien en un soñador empedernido, en un lobo…
Explico esto desde la experiencia, abandoné un sueño hace poco. Sabía que por mucho que intentase perseguir ese sueño, tarde o temprano tendría que enfrentarme a un estrepitoso fracaso. No tuve salida y eso, se lo tengo que agradecer a la vida, o bien seguía intentando perseguir el sueño fracasando en el intento tarde o temprano, o bien me olvidaba del sueño y me enfrentaba al fracaso de haber abandonado un sueño. El poco orgullo que me quedaba y mi cabezonería innata me impedían abandonar ese sueño, pero al final sin más opciones tuve que elegir abandonar el sueño, era la opción más acertada. Abandoné el sueño convenciéndome a mi mismo de que era la única opción y misteriosamente ocurrió lo impensable, al abandonar ese sueño recordé otros sueños que habían sido eclipsados por el gran sueño irrealizable. Me di cuenta de que muchas veces es bueno apartar un sueño para poder llegar a otros y como no, me hizo ilusión. La dureza y tristeza por abandonar un sueño me duró el tiempo que tardé en darme cuenta de que un montón de sueños estaban aun a mi disposición y lo mejor de todo, esta vez no me importaría que esos sueños no pudiesen ser alcanzados, pues hay mil puertas abiertas esperando ser cruzadas. Pensareis “Si bueno pero imagínate que al final fracasas en todos los sueños” pues aun así hay algo en esta historia que me resulta todavía más sorprendente. Al dejar de lado aquel sueño, ahora mismo mi situación dentro de ese sueño ha mejorado considerablemente y aunque se que ese sueño es imposible, me encuentro más cómodo, ahora juego con ese sueño sin importarme si se cumple o no y además, tengo la libertad de perseguir otros sueños. Por eso, a partir de aquel día en que superé el fracaso me he levantado todas las mañanas eufórico, con ganas de comerme el mundo. Ahora entiendo aquella frase que decía: “Todos los genios tuvieron que ser unos fracasados para llegar donde han llegado mientras que los fracasados demuestran no ser muy inteligentes.”
Una vez te das cuenta que de cada problema de la vida, de cada fracaso, se obtiene un resultado más grande e importante que el propio fracaso superado, una vez asimilas eso, dejas de tener miedo al fracaso y cuando ni siquiera el fracaso te asusta te sientes capaz de todo, sin más límites que los de la propia imaginación. Es increíble, soy incapaz de describir esa situación. Se que si a la hora de nacer me dijesen que quieres una vida perfecta en la que pudieses tener todo lo que desees o una vida en la que las cosas se te pusiesen difíciles, elegiría la vida de dificultades. El que lo tiene todo se queda sin sueños, el que no tiene nada tiene multitud de sueños por cumplir y un montón de metas por las que seguir luchando, por las que seguir vivo, por las que poder disfrutar de esos momentos de euforia que produce el fracaso, un sueño roto. Una de las muchas cosas que me quedan por experimentar en esta vida llena de retos y dificultades que por suerte me ha tocado vivir. Desde que me dio por abandonar un sueño hay tanta felicidad en mí, que siento la necesidad de echar a correr para poder quemar un poco de euforia. Incluso escribiendo esto me están entrando ganas de levantarme de la silla y comerme el mundo. A todos aquellos que quieran llegar a ser lobos, soñadores empedernidos, un consejo: No olvidéis nunca la frase...
“No superar el fracaso es el primer paso para fracasar en la vida…”
Dedicado a María, al final lo he hecho, a L., gracias a tu texto me he obligado a publicar esto, y por supuesto gracias a todos aquellos que hayan superado por fin su miedo al fracaso, un brindis por nosotros, los lobos.
25 ago 2009
El soñador empedernido.
Estaréis de acuerdo conmigo cuando digo
Que la gente vive guiada por el consumismo
Con su mismo trabajo de ayer
Con su mismo atuendo de ayer
Con su mismo sueldo de ayer
Con su mismo pensamiento de ayer
Con su mismo sueño de ayer
Y aun tienen los santos huevos
De decir que el consumismo es el progreso
Disculpadme si esa bola yo no me creo.
Que vayan a otro inepto con esos cuentos
Yo pienso que el progreso esta en los sueños
Pero hoy en día, los sueños mueren, como los viejos
Mueren sin que nadie haya luchado por ellos
Abren los ojos los niños,
sueñan, ríen, se divierten, están vivos.
Cierran los ojos los ancianos, aburridos,
Mueren, cansados de vivir, hundidos.
Fue así como decidí ser un soñador empedernido
Un lobo solitario, un niño fiel a lo vivido
Aquel que moldea y elige su propio destino
No me importa quien vendrá o quien se ha ido
Jamás dejaré que el fracaso me lleve consigo
Por duro que haya sido el golpe recibido
Volveré a levantarme, más enérgico, más vivo
Superarse, es luchar contra uno mismo
Soy inmune al fracaso insisto
Fracasar es aprender lo admito
Por eso jamás dejaré de soñar
Porque soñar es de un drama poder disfrutar
Da igual que todos piensen que vas a fracasar
Pues si no persigues sueños jamás
Dejarás de ser tan solo uno más
Y cuando veas la muerte en tu cabeza solo tendrás
Atravesado en la amargura un pensamiento fugaz
“Déjame soñar, es pronto para descansar
Ahora se que sin sueños, solo la muerte puedo esperar…”
No dejéis nunca que el consumismo se apoderé de vuestros sueños, sin ellos no sois nada. Como lo son aquellos que murieron sin ver sus metas alcanzadas. No permitáis que el fracaso parta en dos vuestra alma. Yo he aprendido que cuando uno fracasa, se levanta con más ganas de alcanzar la meta deseada. Ser capaz de alimentarse del fracaso es solo el primer paso. Paso que te da la seguridad de que nada te detendrá jamás, tan solo la muerte podrá alcanzarte al final y entonces le dirás. No me quedan sueños por cumplir, ya no sirve de nada vivir así que mejor sácame de aquí…
28 abr 2009
Cuando desde la oscuridad alguien te sonrie...
26 abr 2009
Nuestro día D3.



1 abr 2009
Todo fin depende de su principio.
Si tienes como principio alcanzar la fama para ser feliz puede que tu fin sea ser sustituido por ella y ser así, infeliz.
Si tienes como principio obtener el poder de una gran empresa o de un país para ser feliz puede que tu fin sea obtener solo responsabilidades y acabar siendo un infeliz.
Si tienes como principio acumular joyas y dinero para ser feliz puede que tu fin sea morir rodeado de riquezas y cosas valiosas, pero vacío al no tener a nadie a tu lado, infeliz.
Si tienes como principio follarte a todo lo que se te cruce por delante y a la mañana siguiente no acordarte para ser feliz, puede que la ironía termine fallándote, ya que por ir de flor en flor puedes acabar como un capullo, infeliz.
Podría estar así hasta agotar el ancho recurso de gente con supuestos principios encaminados a la supuesta felicidad.
Os preguntareis cuales son mis principios. Muy bien, mi principio es regalar felicidad y sonrisas a los que me rodean, para así poder ser feliz. “Y puede que tu fin sea acabar siendo un infeliz rodeado de gente feliz.” Os atreveréis a pensar, pero dos cosas, si los que me rodean son felices yo soy feliz, así que eso no concuerda y segunda…
Amigos míos, si todos tuviésemos el mismo principio ¿no creen que todos tendríamos el mismo fin? Ser felices…
(se que no todos los que tienen alguno de los principios citados al principio, valga la redundancia, son infelices. Pero pienso que el último principio (nunca pensé que diría último principio) es el que permite de un modo más fiable conseguir la felicidad. Esto es solo mi opinión.)
29 mar 2009
Dándole patadas a una abollada lata de cerveza...

Dándole patadas a una abollada lata de cerveza avanzaba cabizbajo un joven, maldiciendo la vida. Se sentía tan triste como el lúgubre ambiente que le rodeaba, su ciudad le asqueaba. Desde las alturas, la luna llena, le observaba expectante como un dios que observa desde las alturas con vanidad. Se preguntaba el porqué de tanta tristeza y caos a su alrededor. Sentía, apesadumbrado, como su fuerza se desvanecía en su eterna andadura hacia la felicidad y para tratar de reponer fuerzas alzó su mirada hacia el cielo en busca de la brillante luna. Con la cabeza bien alta la contempló impávidamente y sintió como los rayos del sol reflejados en la luna le llenaban de una sensación de bienestar que se remonta a los orígenes de la especie. Cerró los ojos durante unos segundos y prosiguió su marcha, cabizbajo. Las sirenas de policía mermaron de nuevo sus fuerzas, sabía que en ese entorno nunca dejaría de ser un perro callejero y soñaba con poder ser un lobo. De repente, un aullido hizo que levantase rápidamente la cabeza, la girase lentamente y admirase por encima del hombro lo que se escondía a sus espaldas. Entonces la vio. Ella estaba tensa, con la cabeza bien alta contemplando la luna con los ojos cerrados. La brisa azota su melena y una sonrisa de satisfacción cruza su cara. No había duda, era ella la que había aullado llamando su atención. Una sonrisa se dibuja en la cara del joven. El nombre de la joven, gritado al viento por el chico, hace silenciar el resto de sonidos de la noche. Se conocían, ella le dedicó su mejor mirada, el joven se acercó rápidamente y se situó ante ella. Ella volvió a sonreír, él le acarició la mejilla. Ella engalanó la magia del momento con su voz.
–Que alegría verte. Lo necesitaba.
–¿Sabes qué? Acabas de salvarme de mí mismo. Estaba a punto de mandar este mundo a la mierda.
–Opino lo mismo, este mundo prefabricado es un asco. Pero tiene sus cosas buenas…
–Ya lo creo, la luna, la brisa, tú. No necesito nada más en este mundo a parte de eso, bueno algo de comida tampoco estaría mal.– Ella sonrió y él se rascó la nuca mientras sonreía y miraba hacia otro lado, en señal de disculpa por la suma tontería.
–Bueno, tienes la luna, la brisa y a mí ¿Qué te parece si vamos a buscar algo de comida?
–Muy bien, invito yo.
–Vaya, que caballeroso.
Entre sonrisas, ambos se encaminaron hacia un puesto de comida rápida y pidieron un par de perritos calientes. A la hora de pagar, el joven empezó a palparse los bolsillos con cara de preocupación. Ella le preguntó qué era lo que sucedía y el joven, ruborizado, alegó:
–Me he dejado la cartera en casa…– a la joven se le escapó una risa burlona, lo cual hizo que el joven se sonrojase aun más.
–Anda que…menudo caballero estás hecho. Tranquilo, que la dama invita.– el joven sonrió y añadió.
–Mañana te devuelvo el dinero…– una mirada sería y desafiante por parte de la joven hizo que dejase de sentir vergüenza, para sentir miedo. Por suerte, en la cara sería de la joven se dibujo rápidamente una sonrisa.
–¿No te he dicho que invito yo? Mira para mí lo más importante de esta noche también es la luna, la brisa y tú, el dinero no me traerá la felicidad. Tú, en cambio, haces que siempre tenga una sonrisa de oreja a oreja.
– Bueno supongo que tú también necesitaras…
– Sí, también necesito comer– sonrió¬– con lo bonito que me había quedado, ya te vale.
La pareja prosiguió su andadura, felices. La joven, con una sonrisa en su preciada tez, preguntó al joven:
–¿Qué te parece si nos sentamos en ese portal?
El joven titubeó ante el aspecto tan poco romántico que estaba tomando la noche, pero finalmente aceptó. Tras terminarse los perritos, la chica empezó a sentir escalofríos debido al fresco viento de la noche.
El joven se levantó, se quitó la chaqueta y se la ofreció a la joven cual noble caballero de la edad media ante su dama, dado que el anterior intento había sido un fracaso. Ella sonrió y le preguntó si él no tendría frío. El joven negó con la cabeza pero ella sabía que no era cierto. Por eso nada más volverse a sentar ella le abrazó con fuerza, el joven también la abrazó fuertemente y ambos sintieron una sensación de bienestar inconfundible. Ahí estaban, dos personas que empezaban a enamorarse, dos almas que se adentraban en el agitado mar de la felicidad, dos almas bañadas por la luna. Fue entonces cuando el joven se dio cuenta de una cosa e informó a su acompañante de su descubrimiento:
–¿Te das cuenta? Aquí estamos, en una noche tan fría y tan calidos el uno con el otro, si esto no es la felicidad, ya no se donde buscarla.
La joven se sonrojó, miró al joven a los ojos durante unos segundos y acto seguido le besó y la felicidad creada por un par de gestos y acciones superó con creces la infelicidad de vivir encerrados en una jungla de hormigón y asfalto. La felicidad no se encuentra en lo que nos rodea, está dentro de nosotros y solo aquellos que consigan llegar dentro de nosotros lograrán hacernos felices... La luna se sonrojó al contemplar el apasionado beso y un aullido sentenció la noche…
12 feb 2009
Camino a la felicidad.
Arrebato psicológico.
Mucho hablar de felicidad y que hay que llegar a ella, pero no diré nada de cómo llegar hasta ella y que beneficios ofrece. Bien, creo que es hora de calzarme las botas de psicólogo y tratar de desvelar ese “misterio” contándoos lo poco que se. Dejad que esta brisa de optimismo y buen rollo invada vuestras vidas.
Antes de emprender el camino a la felicidad, creo que es conveniente explicar una metáfora que yo establecería de vital importancia para entender la forma de alcanzar la felicidad. La metáfora es bastante simple, tan simple que resulta un poco pobre. La metáfora establece que toda persona tiene un cubo interior que se llena o vacía de felicidad. Obviamente el cubo representa nuestro interior y el hecho de que este más lleno o más vacío representa el grado de felicidad. Toda persona tiene un cucharón con el que llenar o vaciar los cubos de los demás. Sí, parece un simple juego, pero la felicidad es un juego en el que unas veces se gana y otras se pierde. El cucharón representa actos, gestos, detalles que tenemos con los demás. Como ya hemos dicho el cucharón puede llenar los cubos de los demás (con gestos y actos positivos, buenas palabras, elogios, agradecimientos, etc.) o vaciarlos (con gestos y actos negativos, falta de tacto, ofensas, reproches, etc.) El caso está en que si vaciamos el cubo de alguien el nuestro también se vacía, por otra parte si decidimos llenarlo el nuestro también se llena. Somos libres de llenar o vaciar los cubos de los demás, pero creo que no hace falta ser muy inteligente para saber cual de las dos opciones es la mejor para todos.
Hasta aquí la parte digamos verídica y científica del texto, a partir de ahora todo parecido con una teoría psicológica será mera coincidencia.
Como alcanza la felicidad un lobo, obviamente la base está establecida, los cubos vistos anteriormente. Mantener tu cubo lleno, depende de dos factores: el hecho de llenar los cubos de los demás y el hecho de ser optimista. ¿Por qué es importante ser optimista? Se podría decir que un pesimista tiene su cubo agujereado y que por mucho que trate de llenarlo, se va vaciando rápidamente con el tiempo (aunque no vacíe el cubo de nadie, simplemente se vacía solo, se vacía a si mismo). El problema y el riesgo de esto es que a medida que la felicidad desciende en el cubo, va siendo más y más difícil salir de esa espiral. Antes de llenar el cubo de una persona pesimista se debe arreglar el agujero, de no ser así halagarle y demostrarle cariño va a ser una perdida de tiempo. La diferencia entre un pesimista y un optimista, es que el pesimista solo contempla y ve alcanzables las opciones negativas, el optimista en cambio contempla tanto las positivas como las negativas. ¿Cuál creéis que es más realista entonces? El pesimista que solo contempla la realidad negativa o el optimista que contempla ambas realidades. Con lo cual, no hace falta ser muy inteligente para saber que actitud es más acertada. El lobo lo sabe, el lobo es optimista, el lobo no teme arriesgarse porque el fracaso no le hunde, le hace más fuerte. El lobo, nunca se viene abajo, sabe afrontar y llevar el control en los momentos negativos y los baches que trae la vida. Un lobo se acepta a sí mismo y acepta sus defectos como parte de la disparidad en la personalidad de las personas. Un lobo sabe que un mundo donde todos fuésemos perfectos sería imperfecto y un mundo de personas imperfectas sería perfecto (la perfección es bella, pero lo que realmente nos enamora son los defectos, ya que son lo que nos hace únicos) (Pensad un poco y veréis como tengo razón, cuando alguien quiere imitar a alguien copia siempre sus defectos y tiende a exagerarlos, el hecho de ser tartamudo, bajito, con voz de pito, etc.). Un lobo no tiene miedo a lo desconocido (la muerte, por ejemplo) o al azar, lo afronta con fascinación y admiración, pues el azar y los misterios de la vida son defectos que le dan sentido a esta y hace que nos enamoremos de ella. Un lobo es autodidacta, siente la necesidad de empaparse de todo conocimiento que le resulte interesante, sin importarle lo que digan los demás. Un lobo comparte toda información que considere valiosa y de importancia para los demás lobos (se podría decir que es lo que estoy haciendo yo ahora), pues las ideas y la inteligencia crecen a medida que se impregnan del contenido de cada cabeza en la que entran. Un lobo es estoico, sabe que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa y el poder. Un lobo sabe entregarse al amor y a todas sus variedades (respeto, amistad, fraternidad, etc.), pues es consciente que es el sustituto ideal del poder. ¿Por qué el amor como sustituto? El amor es el pedestal donde yace la autentica felicidad. Felicidad de oro y salud es efímera. El dinero y la salud proporcionan una felicidad que desaparece rápidamente. El amor crea recuerdos, vínculos y pasiones que duran años. Los individuos que se sienten parte de un grupo, son más felices. ¿Necesitáis más ejemplos? Hay uno que creo que es bastante bueno para explicar esto. Imaginad un grupo de niños que juegan al futbol, forman el equipo al libre albedrío por aquello del “pito, pito” una vez formado el equipo, juegan sin más, se lo pasan bien, todos son un equipo, todos ríen. Si uno falla todos ríen, incluido el que ha fallado, pues saben que un fallo lo tiene cualquiera y el que ha fallado no tiene miedo al fracaso. No hay capitán de equipo, todo el equipo se apoya y se refuerza. A estos niños no les importa ganar o perder, solo piensan en divertirse, saben que en la vida unas veces ganan unos y otras veces ganan los otros, pero nadie pierde pues todos son felices. Pero ¿qué pasa cuando los niños aprenden que el elitismo es un seguro para el éxito? Pues vamos a ver… Los niños eligen a su equipo estudiando y clasificando a sus compañeros. Eligen a los que mejor juegan primero, de este modo se aseguran ganar. Estos nuevos “niños” ya no piensan en pasarlo bien, solo serán felices si ganan. Se van eligiendo a los mejores, se deposita una responsabilidad muy grande en ellos y ellos son conscientes de ese peso, se quedan los malos, los apestados, los que se van a quedar en el banquillo. Automáticamente los que van al banquillo dejan de intentar ser felices. Pero la cosa va más allá, si alguien comete un error, aunque sea el capitán del equipo, se le criticará y presionara para que no vuelva a equivocarse. Esto hace que los jugadores tengan miedo al fracaso, miedo a equivocarse y esto merma su felicidad. Se ponen nerviosos, se alteran, sienten la presión. Al final del partido unos ganan, disfrutan de diez minutos de felicidad, en lugar de haber disfrutado los noventa minutos de partido. Otros pierden y sienten la pena y la condena de haber perdido, el precio pagado por ese miedo al fracaso, en lugar de alegrarse y contagiarse de la felicidad de sus compañeros. Eso es debido a que son incapaces de alegrarse por sus compañeros, el elitismo ha convertido a sus compañeros en rivales, aquellos que les han arrebatado el triunfo, la felicidad. Esto podemos aplicarlo a la vida, la vida es como un partido en el que podemos jugar como aquellos niños que buscaban la felicidad y pasárselo bien ante todo, sin tener nada que lamentar o como aquellos “niños” que solo piensan en ganar y en esos diez minutos de gloria. De nuevo no hace falta ser muy inteligente para saber como es conveniente jugar el partido de la vida. Eduard Punset suele decir que la felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad, esto quiere decir, más o menos, que no podemos alcanzar la felicidad, sino ser felices esperándola. Somos felices al ver como nos acercamos a las metas y objetivos propuestos (Objetivos que supuestamente nos dan la felicidad), pero una vez alcanzados, la felicidad empieza a desaparecer. En parte estoy de acuerdo con Punset, pero aun a riesgo de parecer un metomentodo, me permitiré la libertad de modificar está expresión. A mi parecer, la felicidad se encuentra en una sala y nosotros nos encontramos en la sala de espera. En la puerta de la felicidad se encuentra la vida, inflexible, controlando quienes pueden pasar y cuanto tiempo pueden pasar dentro de la sala. En la sala de espera hay dos tipos de personas, las que buscan el triunfo, ganar por meritos propios, y los que buscan entrar en la sala de la felicidad junto con sus compañeros. Los que buscan el triunfo se enfrentan al portero de la felicidad (la vida), desafiantes, alterados, mostrando su poder. Cuanto más poder tengan más agresivos serán y más fácil será que entren en la sala de la felicidad. Luego están aquellos que buscan entrar con sus compañeros, estos actúan de otra forma, conversan con la vida, se hacen amigos de ella, todos le muestran su beneplácito a la vida. De este modo se ganan su confianza y cuanto más y mejor conozcan la vida más fácil será que les deje pasar. Como veis ambos utilizan sus artimañas para lograr la felicidad. El problema es que la vida no es idiota, sabe quienes son los que la han respetado y quienes se han encarado a ella con prepotencia y arrogancia. De este modo la vida deja pasar a ambos grupos, al individuo arrogante y al grupo de individuos. Pero al cabo de los pocos minutos vuelve a por el individuo arrogante y lo arroja hacia fuera. El grupo sigue con su felicidad. Ríen, se divierten, mientras escuchan como el individuo arrogante discute con la vida y se enfada con ella por no dejarle ser feliz. Al cabo de unos días, la vida vuelve a dejar pasar al arrogante, pero esta vez se acerca a un miembro del grupo que al ver llegar a la vida, empieza a entristecerse. Pero el grupo le ayuda, entre todos logran convencerle a él y a la vida de que debe seguir siendo feliz. Al cabo de unos minutos vuelve la vida y los saca a todos de la sala. El individuo arrogante vuelve a discutir, se enfada, se hunde cada vez más. Los del grupo, ríen, siguen divirtiéndose, pues ahora que no están en la felicidad, saben que es momento de recordar lo bien que lo pasaron dentro de la sala. Le agradecen a la vida haberles permitido estar tanto tiempo en la sala, esta lo tiene en cuenta y al cabo de unos días vuelve a dejar pasar al grupo, porque se lo merecen. Creo que de nuevo no hace falta ser muy inteligente para saber que actitud es la correcta para lograr la felicidad. Un niño pequeño sería capaz de saber cual es la mejor opción. Sin embargo el ser humano sigue pensando que ser obstinados y cabezotas en conseguir el poder es la clave de la felicidad. Nos creemos muy inteligentes, pero cualquier niño nos pegaría una paliza en esto de buscar la felicidad. Tal vez los adultos no sean tan inteligentes como se creen. Termino con una frase de Jean de
P.D.: No se si habrá quedado claro como llegar a la felicidad, esto son solo teorías. Quien quiera entender que entienda. No olvidéis ser como sois, con defectos incluidos y sobretodo con una sonrisa en la cara.