3 abr 2009

Capítulo 1. Adiós al romanticismo...No creo.

No corren buenos tiempos para los románticos– dijo el Poeta.
Siempre corren buenos tiempos para los románticosrespondiole su corazón.
Supongo que tienes razón, pero son tiempos tan duros…– liberó de su interior un suspiro mientras contemplaba la puesta de sol, como aquel que metafóricamente contempla la decadencia del romanticismo.
Las dificultades son el aliento del romántico ¿no es cierto?díjole una voz en su interior en forma de susurro.
El Poeta se giró dejando a sus espaldas el sol, para contemplar la luna y siguió danzando por su metáforaAhora que el brillo del romanticismo se apaga a mis espaldas, la luna trae la oscuridad y el pesado lastre del romántico. ¿Cómo no he de sentirme apesadumbrado con semejante lastre? En los tiempos que corren los días son muy cortos y las noches demasiado largas y oscuras. Siento que la soledad es la única que acuna esas duras noches…– bajó su mirada abatido.
Oh venga, no seas imbécil. La luna refleja la luz del sol, de ese modo el romanticismo siempre baña dos veces, por muy oscuro que todo se vuelva a tu alrededor siempre tendrás la luz del solexplícole su corazón
Ya, es cierto, pero la luz de la luna es tan pálida a veces, por no hablar de las amargas noches sin luna ¿Qué hacer cuando no se presenta ni el mínimo atisbo de lucido romanticismo en el horizonte? Obviamente perder el rumbo y vagar por mares de oscuridad– Una lágrima resbaló por su mejilla al recordar viejas experiencias…
Oh cielos, tú siempre tan negativo, no es que todo esté oscuro, idiota, es que tú andas ofuscado. Amigo, eres incapaz de comprender que solo cuando todo está realmente oscuro, es cuando las estrellas brillan con más fuerza. Estrellas que son otros soles, otra brizna de romanticismo. Elige la estrella que más brille y que te sirva de guía en tu larga travesía.– Fue entonces cuando se quedó impávido contemplando una estrella, enamorado, recordó el rostro de aquella joven que siempre había estado ahí, la brisa le trajo su sonrisa y, en forma de susurro, recordó todos aquellos momentos felices que pasó junto a ella. Supo entonces que esa estrella, su musa, siempre estuvo ahí, preocupándose por él, pero él fue incapaz de apreciar su belleza, por andar siempre cabizbajo y taciturno como un alma en pena…
Continuará...

2 comentarios:

Ácrata dijo...

La cantidad de cosas que nos perdemos mirando al suelo, sin saber si es de noche o de día y sin ver que de cada cosa hay algo de lo que podemos gozar.
Me ha gustado el texto, un beso.

Michel dijo...

Me ha encantado tu texto. He de decir que me he sentido bastante identificado. Tengo que volver a fijarme en las estrellas jeje.

Muchas gracias por tus palabras. Un saludo.