8 may 2009

Capítulo 9. El amor pasional.

La luz de la luna llena bañaba el gran valle, sentadas en una de las colinas, dos cuerpos contemplan el hermoso cielo bañado de estrellas. Cuenta la leyenda que cuando el Poeta se junta con la Vehemencia, el amor y la pasión se aúnan. Una frase rompió el silencio:
No se que más pedirle a la vida, lo tengo todo. Una inmensa sensación de bienestar recorre cada parte de mi ser. Para ser feliz solo necesito la luna, la brisa y, por supuesto, tu sonrisa.– la Vehemente lanzó una sonrisa de gratitud por las palabras del Poeta y se sonrojó. El joven le acarició la mejilla y sin apartar su mano prosiguió– Empecé a adorar a la naturaleza cuando vi que creó semejante obra maestra.– apartó la mano de la mejilla para coger la calida y delgada mano de la joven– Ahora entiendo el verdadero porqué de la vida y es que uno no puede morir sin ver antes tu sonrisa. Prométeme que tu sonrisa nunca desaparecerá y que nuestra llama nunca dejará de brillar. Con tal de que la llama no cese me adentraría en las llamas del peor de los avernos, pues el peor de mis tormentos sería sin duda alguna, el no volver a vernos. –la Vehemente le miró a los ojos y el Poeta pudo ver salir al ave fénix envuelto en fuego a través de la mirada seductora de la joven.
¿Quieres fuego? Yo te daré fuego…– acto seguido la Vehemente se lanzó contra el Poeta cual pantera saltando sobre su presa desde la oscuridad de la noche. La hierba amortiguó la espalda del Poeta, quien por primera vez en mucho tiempo se había quedado sin palabras. La Vehemente le besó apasionadamente, el Poeta le acarició suavemente. Era como si el sol y la luna hiciesen el amor, la una tan fogosa el otro, tan seductor. En ese eclipse de amor y pasión se forjó una hermosa relación que haría palpitar hasta al más frío corazón.
La fogosidad y pasión de la Vehemente eran calmadas con la suavidad y ternura del Poeta, quien parecía estar escribiendo poemas con sus dedos en la suave piel de la joven. Eran dos extremos que al fusionarse habían encontrado el equilibrio.
El clímax llegó, la Vehemente, víctima de la pasión, estaba agotada. Se tumbó al lado del Poeta y se puso a recorrer el torso desnudo del joven con su dedo índice. Cuando por fin las palabras volvieron a la cabeza del Poeta este le dijo:
Sabes que como buen poeta intentaría describir este momento con grandes y hermosas palabras, pero creo que ninguna de ellas está a la altura para describir lo que siento. Eres lo mejor que me ha pasado, una de las pocas pocas cosas que ha dejado a este humilde poeta sin palabras… Pareces agotada, si quieres te doy un masaje, es lo mínimo que puedo hacer por ti.
La joven se tumbó boca abajo y sonrió al chico como muestra de afirmación y pudo disfrutar de un masaje exótico bañada por la luz de la luna. Ninguno de los dos podía pedirle más a la vida en aquellos momentos, se sentían tan vivos. Pese a la leve brisa, era una noche calida asi que los dos amantes durmieron al raso.
Los rayos de un sol mañanero despertaron a la tierna parejita, recordaron que habían quedado con los chicos al amanecer en la Casa Vieja para hablar sobre su futuro paraíso. Tanto uno como otro sabían que aquella noche, habían alcanzado el paraíso, pero no podían faltar a su cita con sus compañeros así que se desperezaron y pusieron rumbo a la Casa Vieja. El sol despertaba y junto con él se despertaba un amor pasional, un sueño de un futuro mejor, una ilusión. La felicidad recorría el valle de los lobos cual brisa mañanera, parecían Adan y Eva…
Continuara…

2 comentarios:

sandra dijo...

Dios virgen santisima....Menudo capitulo nos has ofrecido, vaya tela cuenka es genial!Me a encantado!!!!Tenias razón jeje a las mujeres nos iba a gustar mucho, se me a puesto la piel de gallina...
un beso!!!

Ácrata dijo...

Uiix! jeje, muy bonito...
Esto de los amoríos... funciona, sin duda.
Un besito.