11 mar 2009

Utopía, distopía y lecciones sobre la vida.


Amanece, luce un sol radiante un día perfecto. Bajas a la calle y no hay gente discutiendo. No hay agresividad ni odio en el ambiente. No hay tristeza, no hay días grises, no hay enfermedad. Todo es maravilloso y perfecto. Nadie puede tener un mal día. Es como estar en el paraíso. La perfección sublime. Nadie lo pasa mal, nadie se mosquea, todo se envuelve de un halo divino. Un día radiante llega a su fin. Una noche bañada de estrellas, empieza a cobrar sentido. Todo es mágico, el amor encandila a miles de personas y todos felices se acuestan…Amanece, luce un sol radiante un día perfecto. Bajas a la calle y no hay gente discutiendo. No hay agresividad ni odio en el ambiente. No hay tristeza, no hay días grises, no hay enfermedad. Todo es maravilloso y perfecto. Nadie puede tener un mal día. Es como estar en el paraíso. La perfección sublime. Nadie lo pasa mal, nadie se mosquea, todo se envuelve de un halo divino. Un día radiante llega a su fin. Una noche bañada de estrellas, empieza a cobrar sentido. Todo es mágico, el amor encandila a miles de personas y todos felices se acuestan….Amanece…siempre la misma historia. ¿Qué hay de maravilloso en eso? ¿Donde quedan los días grises de tormenta? ¿Donde quedan las discusiones provocadas por la libertad intelectual? ¿Donde quedan esos días en los que uno dice “Hoy no estoy para nadie y nadie está para mí”? ¿Donde queda ese malestar provocado por el desamor? Ese malestar que nos evoca irrefrenablemente a seguir luchando. Eso también era bonito. Eso también formaba parte de la vida. La aparente utopía que se nos presenta en la Biblia y en muchas religiones como vida perfecta después de la muerte, es más bien una distopía. Una cosa que debería desaparecer en toda utopía, es el poder. Diréis “Disculpa, pero el poder también está presente en la vida, la supervivencia del más fuerte, todos los animales lo usan para sobrevivir”. Disculpad que refute esa afirmación, pues la ley de la supervivencia no solo se basa en el más fuerte, la naturaleza nos muestra que muchas veces es el más astuto quien sobrevive. La ley de la supervivencia, consiste en que cada especie sobrevive de un modo diferente según sus condiciones, adaptándose a un entorno y a unas circunstancias del mejor modo posible. Pues bien, creo que ha quedado claro que el poder no le sienta muy bien a nuestra especie y menos a su armoniosa supervivencia y por tanto deberemos adaptarnos de otro modo, digamos, más astuto. El ser humano debe aprender pues que para sobrevivir, debe abandonar el poder para experimentar nuevos modos de supervivencia más acordes con nuestra especie. Tampoco hay que irse muy lejos a investigar, podemos observar por ejemplo el sistema de supervivencia de los bonobos, parientes nuestros. A diferencia de los chimpancés (agresivos por naturaleza, poderosos en espíritu) los bonobos solucionan sus problemas con muestras de cariño y actos sexuales. Además presentan un sistema matriarcal, tienen mayor importancia las hembras de la especie. Parece ser que los bonobos nos ganan en estadística, pues aseguran la supervivencia de las mujeres antes que la de los hombres por mera lógica. Dado que por muchos hombres que haya, si solo hay una hembra, la posibilidad de reproducirse es escasa, mientras que en el caso de los bonobos sería más amplia. Al margen de esto, debemos quedarnos con el hecho de que lo que garantiza la supervivencia de los bonobos es el amor y no el poder. Los bonobos son capaces de manifestar altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad, al contrario que sus parientes los chimpancés, y muchos humanos, que son más agresivos y territoriales. Además, se ha demostrado que los bonobos son más inteligentes que los chimpancés (¿A dónde hubiésemos podido llegar si en muchos periodos de nuestra historia en lugar de comportarnos como chimpancés nos hubiésemos comportado como bonobos?). Parece increíble que unos primos nuestros, supuestamente más retrasados que nosotros, nos tengan que dar estas lecciones de supervivencia. Pero en fin…Como chimpancés testarudos obcecados en que el poder es la única salvación, como dice la Biblia, no podemos imaginarnos un modo de supervivencia distinto y llamamos injustamente utopia, a algo que unos antepasados nuestros llevan haciendo miles de años, sobrevivir sin pisotear a nadie. Increíble ¿No creen?

2 comentarios:

Ana dijo...

Lo que a mí me parece increíble es que tengas esa cabecita pensante tan bien amueblada jejeje. Todo iría mejor si fuésemos como los bonobos, pero somos humanos, qué le vamos a hacer... Aunque su forma de vida está genial jeje.
Un besito.

Ácrata dijo...

Vaya con los bonobos...jeje
Si nuestros problemas los resolviéramos con cariño y sexo, desde luego, las cosas irían infinitamente mejor...
Pero tenemos la mala suerte (almenos en este caso) de ser humanos...
Un beso.