3 mar 2009

La vida a través de la mirada del lobo.



Buf creo que me ha quedado muy largo, pero he intentado abreviarlo lo máximo posible y que al mismo tiempo sea comprensible. Al final no me ha quedado muy psicológica la cosa, pero ahora creo que entenderéis esta “teoría psicológica”, no me atrevo a quitarle las comillas, pues no creo que esto pueda llegar a considerarse teoría psicológica. Pero bueno, esta es mi forma de ver el mundo:

“Que coño estáis mirando pandilla de cretinos. No tenéis cojones para ser lo que soñáis ser. Necesitáis personas como yo para señalarlas con el dedo y decir ese es el malo. ¿Y quien sois vosotros? ¿Los buenos? No sois buenos, simplemente escondéis vuestra frustración por no ser nadie. Todo lo que digáis se lo acabará llevando el viento mientras yo sigo creciendo sin freno, pero lo asumo. Mi vida es así, mi vida es infama.”

Tú, pijo idiotizado…Tú, gobernante egocéntrico…Tú, cretino arrogante… Tú, amante esclavizado… Tú, ejecutivo agresivo… Tú, famosa sin personalidad… Tú, modelo descerebrada… Tú, fanático religioso…Tú, burgués amanerado y…Tú, habitante ingrato de este planeta. Todos sois iguales, acabo de descubrir lo que os une. Pensaba que erais todos idiotas, pero ahora se que tenéis una buena escusa, estáis enfermos. Acabo de descubrir el mayor trauma psicológico de la historia. Acabo de encontrar el trauma más antiguo del mundo. El delirio universal. El padre de todos los delirios. Tomad nombre pues todos padecéis el síndrome del Pseudo-Dios. Admitidlo, cuantos de ustedes no han soñado alguna vez con poder ser dioses, con ser todopoderosos, inmortales, omnipresentes. ¿Cuántos de ustedes no siguen soñando con ello? Es el sueño de todo mortal. Un sueño reprimido que crea múltiples trastornos a lo largo de vuestras estúpidas e insignificantes vidas. Es cierto, vuestro afán por conseguir poder es el reflejo de ese sueño por autodivinizarse. Os explico el origen del trauma y tal vez lo entendáis mejor:

Todo sucedió una mañana feliz y alegre, en el que un humilde poblado (ya con la capacidad de razonar y reflexionar sobre el mundo en plenas facultades.) se hizo las preguntas prohibidas ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué morimos? No pudieron soportar el hecho de no encontrar una respuesta a esas preguntas. Ellos eran un pueblo inteligente, con respuestas a todo, no podían permitirse ese error. ¿Cómo explicar aquellos misterios de la vida? Solucionar todo misterio requiere de ingenio e imaginación, así que eso hicieron. Crearon una historia, un ser superior que lo explicase todo. Un ser que no necesitaba ser demostrado, pues era superior al propio mundo, superior a los sentidos de los mortales. De ese modo explicaban también nuevos misterios en relación con el nuevo ser como por ejemplo, por que no podemos verle, simplemente porque es superior. Automáticamente, ese pueblo quedó rebajado a un escalón inferior, el ser humano se tuvo que rebajar para “solucionar” los grandes misterios de la vida. Por todo el mundo proliferaron historias parecidas para explicar esos misterios, dependiendo de la imaginación de cada pueblo. El hecho de “poner respuesta” a esas grandes dudas existenciales, les tranquilizó. Pero el remedio puede ser peor que la enfermedad. Antes de poner un ser superior por encima de ellos, el poblado era una piña, estaba unido. Todos eran felices y todos cuidaban de todos, era el instinto de supervivencia, el bien de la comunidad garantiza mí supervivencia. Pero al imponer un ser superior y poderoso que cuidase de ellos, empezaron a desvariar. Fue entonces cuando el ser humano se entregó al poder, cuando cambio la supervivencia del grupo por la supervivencia del más poderoso. El ser humano vendió su alma al diablo y sin ser conciente de ello, dicen que ningún loco es conciente de su locura. Al instaurar dioses se instauraron valores con ellos, valores que era necesario instaurar para darle respuesta a los grandes enigmas de la vida, como por ejemplo el hecho de ser todopoderoso. Pero como ya he avanzado antes, eso es un gran error, pues el poder corrompe la conciencia del que lo tiene, pero más aun la de aquel que lo anhela. Aquel pueblo empezó por temer el poder de los dioses, eran como niños al amparo de su padre, realizaron sacrificios, amoldaron sus ideas a las de sus dioses para tenerlos contentos, el mundo empezaba a enloquecer, empezaba a entregarse al poder. El ser humano se comportaba como un niño que adopta las costumbres y las leyes que les imponen los padres. Todo eso hubiera estado bien, si los seres humanos no hubiesen dejado de ser niños, pues seguirían creyéndose la historia de los dioses eternamente. Pero con el tiempo, el poder de los dioses empezó a deteriorarse, tal vez por el hecho de que los sacrificios no daban muy buenos resultados, o las ideas de los dioses ya no eran tan compartidas. El pueblo empezó a desconfiar del poder de sus dioses, como el joven adolescente empieza a dudar de la autoridad de sus padres. Fue entonces cuando la humanidad tomó el aspecto del joven adolescente que se revela contra su padre. Esta lucha estaría bien si el hijo se librase de toda atadura y consiguiese verdaderamente la independencia que todo joven anhela. Pero que pasó, que después de tantos años bajo el poder corrompedor del poder, el joven decide cargarse a su padre, para ocupar su lugar. Y nosotros, nos encontramos en ese periodo de la historia, la religión está en decadencia, pero cada vez son más los humanos que se creen dioses, lo cual es muy peligroso. Cuantos menos adeptos tenga la religión, más pseudo-dioses andarán sueltos por las calles. Gente que busca ese poder que le ha estado reprimiendo toda la vida. Bandas que se tirotean en la calle, guerras, robos, asesinatos, violaciones, mentiras, maltratos, secuestros y una larga lista de problemas relacionados con ese afán por conseguir poder, por ser dioses. La gente busca aquello que le de poder, porque han asimilado a lo largo de la historia, que la felicidad va ligada al poder. Han aprendido que solo se puede ser feliz mediante el poder. Creyeron en dioses poderosos, porque estos les prometían el poder. Pero ahora, no creen en dioses, pero siguen pensando que el poder da la felicidad. De todos modos no se queda ahí la cosa, la cosa es más grave de lo que parece. Ya que no solo crea problemas el hecho de intentar convertirse en dioses, también crea problemas el hecho de verse frustrado en ese intento inalcanzable. Suicidios, depresiones, alcoholismo, drogadicción, venganza, son unos de los ejemplos de los problemas creados por la frustración de no poder ser dioses, de no poder tener poder. Cuanto daño a hecho la imaginación ¿no creen? Supongo que una vez explicado esto, los que lo hayáis entendido, os preguntareis “¿Cómo podemos curarnos de ese delirio primigenio?” (La respuesta es tan simple como complicada) “Enterrar a todo dios y asimilar los misterios de la vida como algo positivo”. Dicho así parece fácil, pero este proceso llevará mucho tiempo, pues el síndrome del pseudo-dios está enraizado en los orígenes de la humanidad. No obstante, se puede intentar hacer ver a todo pseudo-dios, que intentar ser dioses no lleva a buen puerto. Algo parecido a esto:

Los seres humanos miran al cielo y ven un dios, alguien todopoderoso que los protege. Alguien que no sucumbe a los altibajos de la vida, alguien que está por encima de todo eso, alguien que supera incluso la muerte, alguien que tiene el control absoluto. El ser humano piensa que tener el control es lo que le proporciona felicidad. Pero se equivoca (Esto se explica en la Teoría de la perfección imperfecta, que no he querido añadir por no alargar esto demasiado.) No es de extrañar que ese simple mortal intente escalar hacia ese dios para poder ser como él. Aunque en su escalada tenga que dejar atrás a sus amigos y seres queridos. Aunque tenga que pisotear sus sueños por conseguir ese sueño de ser todopoderoso. Lamentablemente, una vez llega a lo más alto, junto a su dios, este le dice que mire hacia abajo. El pobre mortal, contempla con lágrimas en sus ojos todo lo que ha dejado atrás por conseguir, tan solo, una posición privilegiada desde donde contemplar el sufrimiento y los sueños rotos que ha ido dejando a su paso. No es de extrañar que este nuevo dios considere que en lugar de felicidad a conseguido ser el ser más infeliz de los seres y por tanto salte al vacío para encontrarse con la muerte, salte al vacío para reencontrarse con la vida que ha perdido. (Esta historia se puede reforzar con la Teoría del Dios-imperfecto. Teoría que centrándose en la religión cristiana, trata de explicar el porqué los dioses no sirven para otra cosa que para marear a los seres humanos. Esta teoría tampoco la he expuesto, al menos detalladamente, para no alargar mucho.)

Con esta breve explicación, no se consigue mucho, pero tal vez haga reflexionar a más de uno. Tal vez haga replantearse el hecho de que buscar el poder, es una perdida de tiempo y de felicidad. ¿Qué aguardará a todos aquellos que queden libres del delirio universal? (Esa pregunta parece la de una secta, pero recordad que aquí no pretendemos manipular a nadie, no nos gusta el poder.) Les aguardará una vida libre de poder, una vida totalmente libre. Una vida en plena armonía. Una vida en comunidad, como la de muchas tribus de hoy en día que no tienen dioses, o sus dioses son simplemente animales o cosas materiales sin poder o valor alguno.

Una metáfora que ayuda a entender mejor esto, es la de los lobos y los perros:
En la actualidad la gran mayoría de personas actúa como perros, obedecen a un ser superior, bien sea un dios, un pseudo-dios o un elemento que dé poder como el dinero. Todos se atan a algo y luego sueñan con ser libres. Todos tienen miedo al fracaso, pues supone rebajarse en ese empeño por ser dioses, ese miedo al fracaso hace que prefieran que alguien les guíe, que alguien más poderoso asuma las consecuencias de tomar decisiones. Ese ha sido el éxito de la democracia, la cobardía de los perros, el miedo al fracaso a tomar decisiones importantes. Los perros viven atados a miles de cosas, algunas materiales otras metafísicas, pero todas relacionadas con el poder. Incluso han conseguido encadenar bajo el poder algo tan libre como el amor. Encadenan su amor bajo los eslabones de poderes eclesiásticos o jurídicos, se casan y luego se extrañan al ver que su amor se va deteriorando con el tiempo. Imaginase a un perro atado, su dueño le ofrecerá cariño al principio, pero poco a poco irá dándole menos importancia ¿Por qué? Por el simple hecho de saber que su perro ya no podrá escaparse de casa, está bien atado y el amor se va ahogando con cada tirón de cadena, el amor está poseído, tiene dueño y se ahoga. En cambio, imagínese ahora un lobo, que se adentra en una casa y recibe cariño y cuidados de sus dueños, pero estos no le atan, dejan que salga de casa, que se divierta y le esperan ansiosos, con mucho cariño que darle. Lo tratan tan bien cada vez que vuelve a casa, que el lobo no necesita buscar cariño en otras casas y cada vez frecuenta más la casa donde tan bien le tratan. De este modo, el amor no se ahoga ¿La clave del éxito? El amor para un perro son duros y pesados eslabones de poder que le atan a modo de cadena. El amor para un lobo es como un fino y suave lazo que en el caso de que haya confrontación y una parte intente tirar de la otra, en lugar de estrangular, libera. Es como tirar de un lazo para desatarlo. De este modo, el lobo puede alejarse un poco de la casa, pero cada día volverá a “atarse” a esa fina tela de seda que tan confortable y feliz le hace el resto del día. Como veis no hace falta ser muy inteligente para saber quien es la persona feliz en esta metáfora. Obviamente, los lobos. Los lobos representan esa persona liberada del delirio primigenio. Un lobo no busca tratar de ser un pseudo-dios. Un lobo busca la felicidad por otros medios menos esclavizantes, más liberadores y, por tanto, doblemente satisfactorios y duraderos. Un lobo se comporta como un niño, me explico, los niños no tienen ni pasado ni futuro, por eso viven el presente. Un lobo sabe que la memoria es muy imperfecta y que su capacidad de predecir el futuro es nefasta, con lo cual se aferra a vivir el presente lo mejor posible. Esto no quiere decir que un lobo no piense en el futuro o el pasado, simplemente no le da la importancia que le dan los adultos o los perros. Un lobo siente necesidad de aprender y se empapa de todo conocimiento que le resulte interesante. Un lobo comparte toda información, para que el resto de lobos puedan empaparse de ella y ampliarla (Algo como lo que estoy haciendo aquí.) A un lobo no le importa que otros le arrebaten la fama (de ahí la forma tan extraña de empezar este texto), pues un lobo no pretende hacerse famoso con sus ideas, simplemente las comparte de forma gratuita, pues las ideas han de fluir libres. Un lobo, está curado del miedo al fracaso, porque sabe que el resto de personas son lobos, y ante el fracaso en lugar de pisotearle, tratarán de ayudarle, para que el fracaso sea tomado como algo reforzante. A un lobo no le importará tomar sus propias decisiones y asumir su parte de responsabilidad, porque no tendrá miedo del fracaso. Un lobo, nunca padecerá depresiones crónicas, porque en los momentos de depresión tendrá a su lado una manada de lobos que en lugar de descuartizarle como carroñeros, le ayudarán a seguir adelante, por el bien de la manada. Además, un lobo cuenta con la bipolaridad interna, que le ayuda en los momentos duros. Un lobo aceptará la bipolaridad de la vida, lo cual le prevendrá contra depresiones. Un lobo sabe que la vida es bipolar, que unas veces se gana y otras se pierde, que unos nacen y otros mueren, que unas veces toca ser feliz y otras triste. Ante esta bipolaridad el lobo echa mano de su propia bipolaridad para “contrarrestar” la bipolaridad de la vida. En los momentos de depresión aprovecha para inspirarse y reconducir ese momento negativo para sacar consecuencias positivas como obras de arte, canciones o textos, por ejemplo. Un lobo pone al mal tiempo buena cara. Pero ojo, también sabe ponerle al buen tiempo “mala” cara. Me explico, ante un momento sumamente feliz no se deja llevar por la embriaguez de la felicidad y aprovecha para centrarse más en cosas negativas, para tratar de arreglarlas. Esto no quiere decir que en los momentos de felicidad un lobo este triste y en los de tristeza un lobo este feliz, no. Lo que quiere decir es que un lobo aprovecha toda situación extrema para inspirarse en el extremo opuesto, nada más. Un lobo no le teme a la muerte o al azar, los asume con estoicismo, como parte de la vida, como una parte que le da sentido a esta, la bipolaridad. Un lobo se niega a tomar parte de algo relacionado con el poder, pues sabe que eso supondría enfermar mentalmente y aparecerían síntomas como la codicia, la avaricia, el odio, etc. De este modo el lobo se centra en potenciar otros “síntomas”, más sanos para el cerebro, como el respeto, la amistad, la generosidad, la fraternidad, etc. Pues sabe que esos “síntomas” le proporcionarán la felicidad y la libertad que siempre a anhelado.

Creo que ha quedado bastante clara esta metáfora y no hay mucho más que decir. Pero por si acaso, ahí va otra metáfora que me gusta mucho y personalmente, creo que explica mejor todo esto:

Un grupo de niños, juega en el patio del colegio a fútbol. Han elegido los equipos al libre albedrío, por aquello del “pito, pito gorgorito”. Se les ve felices, ríen ante los fallos de sus compañeros, incluso los que han cometido el fallo (Bipolaridad, ante algo negativo todos ríen y lo toman por positivo, como un refuerzo. Fallar supone aprender.). Todos se animan unos a otros se felicitan por hacer las cosas bien y consuelan a aquellos que lo han hecho mal con frases como “No pasa nada, un fallo lo tiene cualquiera, lo importante aquí es divertirse.” (Como podéis observar el termino fracasar, para estos chavales no es hacer las cosas mal, sino no pasárselo bien. Es lógico que estos chavales no tengan miedo a hacer las cosas mal y solo se preocupen en pasárselo bien. Todos aprovechan el Flow, se divierten con lo que hacen y por tanto sale mejor.). No hay capitán de equipo, todo el equipo se apoya y se refuerza. A estos niños no les importa ganar o perder, solo piensan en divertirse, saben que en la vida unas veces ganan unos y otras veces ganan los otros, pero nadie pierde pues todos son felices. Tanto si ganan o pierden ambos equipos lo celebran, los perdedores dan la enhorabuena a los ganadores con una sonrisa en la cara y se alegran por el triunfo de sus compañeros. Los ganadores reciben la enhorabuena y felicitan a los rivales por el buen partido y dejan que los “perdedores” se contagien del triunfo y lo celebren junto a los ganadores (Esto sirve para explicar mejor la Bipolaridad ante momentos positivos. Los ganadores celebran su triunfo, acto positivo, pero tienen en cuenta a los que han perdido y tratan de animarles celebrando su triunfo con ellos.) Esa noche duermen todos felices y con la satisfacción de haber jugado un buen partido.

Veamos ahora el otro caso, el caso de los niños cegados por el síndrome del pseudo-dios. Estos nuevos niños saben que para ganar hace falta elitismo, elegir a los mejores, a los más poderos. De este modo, los niños eligen a su equipo estudiando y clasificando a sus compañeros. Eligen a los que mejor juegan primero, de este modo se aseguran ganar. Estos nuevos “niños” ya no piensan en pasarlo bien, solo serán felices si ganan, han depositado su felicidad en una fría copa de metal reluciente que les dará la felicidad o les condenará. Se van eligiendo a los mejores, se deposita una responsabilidad muy grande en ellos y ellos son conscientes de ese peso, se quedan los malos, los apestados, los que se van a quedar en el banquillo, infelices. Pero la cosa va más allá, si alguien comete un error, aunque sea el capitán del equipo, se le criticará y presionará para que no vuelva a equivocarse. Esto hace que los jugadores tengan miedo al fracaso, miedo a equivocarse y esto merma su felicidad. Se ponen nerviosos, se alteran, sienten la presión, cometen más fallos. Los mejores jugadores, tras realizar varias jugadas ejemplares, comienzan a creerse dioses. Se apoderan del balón y se niegan a pasárselo a sus compañeros, que se enfadan al sentirse interiorizados. Al final del partido unos ganan, disfrutan de diez minutos de felicidad (que vuelcan mayoritariamente en su capitán), en lugar de haber disfrutado los noventa minutos de partido, en los cuales han estado sufriendo. Pero otros pierden y sienten la pena y la condena de haber perdido, el precio pagado por ese miedo al fracaso, estos han sufrido durante los 90 minutos de partido viendo como su felicidad se les escapaba de las manos y después del partido su amargura aun sigue al ver con odio y desprecio como lo celebran sus rivales. Eso es debido a que son incapaces de alegrarse por sus compañeros, el elitismo ha convertido a sus compañeros en rivales, aquellos que les han arrebatado el triunfo, la felicidad. Aquellos que ahora se ríen y burlan de ellos por ser unos perdedores. Esa noche solo el capitán del equipo ganador y pocos más duermen con una sonrisa en la cara. El elitismo es el monopolio de la felicidad. Recoge la felicidad larga y duradera de todos, para entregársela condensada a unos pocos en un breve periodo de tiempo. Esto podemos aplicarlo a la vida, la vida es como un partido en el que podemos jugar como aquellos niños que buscaban la felicidad y pasárselo bien ante todo, sin tener nada que lamentar o jugar como aquellos “niños” que solo piensan en ganar y en esos diez minutos de gloria. Creo que no hace falta ser muy inteligente para tener claro cual es la forma correcta de jugar.

Eduard Punset, suele decir que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad. Lo que quiere decir que la felicidad no se puede alcanzar, la felicidad se encuentra en ese camino hacia las metas y propósitos, que una vez conseguidos hacen desaparecer la felicidad. Para explicar esto pone como ejemplo a su perrita, que parece saltar de felicidad cada vez que ve a Punset prepararle la comida. Pero una vez la tiene delante, hay veces que no le da ni la menor importancia y pasa de ella. Bien, aprovecharé el ejemplo de la perrita (pues me viene que ni pintado) para explicar mi siguiente punto de vista. Hay dos tipos de felicidad, como hemos visto en el ejemplo anterior. La felicidad que buscan los perros y la que buscan los lobos. La felicidad que buscan los perros, es aquella que se encuentra en la sala de espera de la felicidad. Es esa felicidad que viene producida por el hecho de obtener una meta, de conseguir algo inalcanzable, de conseguir ese trofeo reluciente en el ejemplo de los niños. Ese trofeo proporciona una felicidad de baja calidad, una felicidad fugaz, efímera. El trofeo quedará olvidado en alguna estantería sin más valor que un misero recuerdo. Pero tenemos otro tipo de felicidad, la felicidad de los lobos. La felicidad que nos proporciona el simple hecho de vivir. Es la felicidad que proporciona la sonrisa de un niño, la felicidad que proporciona ayudar a alguien, la felicidad que proporciona un beso, una caricia, una ilusión, la felicidad del día a día. Esa felicidad que los perros no saben apreciar por estar obcecados en conseguir algo poderoso que les de felicidad. Esa felicidad que los niños del primer partido han sabido apreciar, disfrutando de cada minuto de partido, incluso disfrutando de los errores y momentos negativos, pues como lobos saben redirigir lo malo para volverlo positivo. Esa es la felicidad más duradera de todas, una felicidad que puede durar toda una vida si sabe administrarse. Muchos piensan que para ser felices uno ha tenido que pasarlo mal previamente. Por eso conseguir una vida perfecta tampoco proporciona felicidad y eso lo admito, de hecho no es mi intención conseguir un mundo perfecto (Teoría de la perfección imperfecta). Pero sí proporciona felicidad una vida de altibajos, como una montaña rusa. ¿Qué tendría de divertido una montaña rusa totalmente recta? Perdería su gracia, su magia, aquello que nos hace estar vivos, la bipolaridad. En el término medio está el aburrimiento. La clave de la felicidad reside en saber pasearse por los opuestos pasando de vez en cuando por el centro, como una montaña rusa. La clave de la felicidad está en ver en lo negativo lo positivo y en lo positivo lo negativo. Vivir como esos niños que ante un fallo negativo de uno de sus compañeros, en lugar de oprimirle con términos negativos, le refuerzan con términos positivos. Como esos niños que tras ganar el partido, algo positivo, se acuerdan de los que no han ganado, algo negativo, y les dejan contagiarse de ese positivismo. Creo que esto es todo y que no me dejo nada (Salvo las "teorías" del dios imperfecto y la de la perfección imperfecta.) en el tintero, en tal caso, publicaré un anexo. A todo aquel que haya llegado al final sin agobiarse espero que lo haya entendido todo (de no ser así, por favor deja un comentario con tu duda.).

Aristóteles decía que hay dos extremos el extremo animal, y el extremo divino. Y en el centro se encuentra el filósofo. Yo no soy filósofo, por eso me he tomado la molestia de danzar por los extremos ensimismado por la bipolaridad de la vida. Gracias a mi bipolaridad, pude sentir lo que sentiría un Dios y lo que siente un animal libre como el lobo, creo que es un buen modo de explicar como surgió toda esta teoría usando una parte de ella. La teoría de la bipolaridad me hizo crearla, paradójico ¿no creen? La bipolaridad de la vida es lo que la hace tan especial, fuimos unos necios al pretender erradicar esa bipolaridad bajo el poder de un ser imaginario. La vida es arriesgada por culpa de esa bipolaridad, pero quedarse en el centro es tan aburrido…Danzad compañeros, danzad libres por esa bipolaridad, solo así podréis ser felices…

* Por cierto, se me olvidaba, para los que no lo hayáis reconocido el principio del texto es de una canción de Nach, Infama, no me gusta apoderarme de lo ajeno.

(Esto no es más que una “teoría” (no me atrevo ni a considerarlo como tal). Tan solo es mi forma de ver y entender el mundo. Puede tener sus fallos y errores, pero creo que es bastante creíble. No es mi intención que creáis en esto (recordad que los lobos no buscan la fama o el reconocimiento, solo comparten sus ideas.), simplemente pretendo dejarlo caer para que cada cual tome sus propias conclusiones. Algunos pensareis que el loco, aquí, soy yo, pero acaso loco no es el seudónimo de los genios y los amantes. Debe ser porque todo genio ama su obra y todo amante ha de ser un genio. Simplemente deseo que el texto os haya servido de ayuda y que hoy salgáis a la calle más contentos y os contagiéis de las cosas pequeñas de la vida y de su bipolaridad. Un saludo y un abrazo a todos.)

1 comentario:

Ácrata dijo...

Todo se resume en una palabra: Poder: La corrupción del ser humano. Como ya sabrás, estoy de acuerdo con lo que dices y te entiendo. Soy seguidora y partícipe de este blog... qué esperabas, jejeje.
Un besito.